BioHockey: Las hermanas Bellina y sus lecciones desde la portería

BioHockey: Lecciones desde la portería

28/07/2018

 

En el 2016, Carla Torres se levantaba a las cuatro de la mañana para preparar la lonchera de Xiomara (23 de febrero de 2002) y el almuerzo de Andrea (20 de octubre de 1997), sus hijas. Antes de ver la luz del día, se subía al carro para llevar a la mayor al centro de entrenamiento VO2, en lo que era recién el inicio de una larga jornada mezclada entre estudios y hockey.

Luego de dejar a Andrea en el gimnasio, regresaba rápidamente a la casa y con el tráfico limeño poniéndose a punto, se apuraba en trasladar a Xiomara al colegio. Además, por las noches había otro entrenamiento, donde ambas hermanas estaban de 9 a 11 en el Campus de Chorrillos de la UPC. En menos de 24 horas, Carla ya había hecho seis viajes en auto, para un recorrido mínimo de 62 kilómetros. Se trataba de una distancia considerable, pero era parte de un compromiso que tenía que asumir tres veces por semana.

Leonardo Bellina aún guarda esos recuerdos y es consciente de la gran responsabilidad que se adjudicaban sus hijas y su esposa. “Todo eso era un sacrificio, sobre todo para su mamá”, cuenta.

El hockey se ha convertido en parte de la cultura del Colegio Mater Admirábilis. Fruto de ello, sus equipos para este deporte están conformados únicamente por gente que ha estudiado en esa casa y que siente una fuerte identificación por los colores verde y negro. Fue allí donde Andrea Bellina y Xiomara Bellina desarrollaron su pasión por el ‘stick’ y la pelota.

“Me acuerdo que lo llevábamos en clases de educación física y no me gustaba. Alex (su profesor) me conocía y sabía que darme la contra iba a provocar que me animara a jugar. Me dijo que estaban buscando una arquera para la selección de hockey de Mater y mi reacción fue ‘qué bien, sigan buscando’”, señala Andrea, que, sorprendida por la respuesta de quien fuera su primer entrenador, decidió animarse y se probó el traje de portera.

Tras un largo rechazo hacia el hockey, Andrea comienza su aventura en el arco de Mater en segundo año de secundaria. No pasan más de doce meses de aquel entonces y, luego de disputar algunos partidos en la portería, es invitada a entrenar con la preselección nacional. Solo había un problema.

“Dijeron que tenía que comprar el traje de arquera. La Federación me prestó la parte de abajo y el profesor me prestó la parte de arriba del colegio, pero tenía que conseguir el traje y mi mama lo compró. Y es el que uso actualmente”, confiesa Andrea, que formó parte de los microciclos que realizó la preselección en Chiclayo en los siguientes años.

El caso de Xiomara fue distinto. En cuarto grado de primaria, ya le daba golpes a la pelota con el ‘stick’ y, a diferencia de su hermana mayor, su pasión por el hockey surgió de una forma algo más natural. Sin embargo, pasó de marcar los goles a evitarlos por la salida de la única arquera de Mater Admirábilis B.

“Entré de arquera porque la anterior se había ido y yo había hecho un comentario de que me gustaría probar. Como ‘Richard’ (Ricardo Cruz), el entrenador, lo escuchó, aprovechó el momento y me lo recordó. Como ya había visto a Andrea, ya sabía cómo eran los movimientos y no me salía tan mal. Pero no me voy a quedar en el arco por siempre. Me gusta ser arquera, pero prefiero jugar”, relata.

Sin estar del todo ansiosa por volver a jugar y marcar goles, ella entiende que su periodo en el arco es temporal y ahora podrá visionar los partidos desde la perspectiva de una portera y de delantera, su posición natural, lo que la convertirá en una hockista a tener en cuenta.

Xiomara dejará el traje y los guantes de arquera y volverá a ser jugadora de campo la próxima temporada. Sin embargo, lejos de arrepentirse, explica su mejoría en la percepción del juego gracias a su etapa en la portería argumentando que “desde el arco he escuchado más las indicaciones y cuando vuelva a jugar ya sabré qué corregir. La portería me ha servido para escuchar y ver cómo juegan todos”.

El domingo 24 de mayo de 2015, Andrea sufre un accidente durante un entrenamiento y, a menos de un mes de disputar la final del Campeonato Nacional ante San Silvestre Sport, no estaba en condiciones de jugar. Este es un resumen del relato de lo ocurrido.

Andrea: Era un entrenamiento en Mater y me estaba poniendo el traje al costado de un árbol, mientras las chicas estaban practicando cortos. Solo me faltaba el casco, me lo estaba poniendo y escucho que una amiga me grita, así que volteo y me cae la pelota. Recuerdo que entré en ‘shock’ y me caí.

Xiomara: Estábamos haciendo tiros al arco y ahí estaba Yura –exjugadora de Mater A-, que tiene unos tiros fuertes. Entonces, Andrea estaba al costado del árbol, le gritaron, se volteó, se cayó, todos corrieron y Andrea estaba ahí, gritando y llorando. No recuerdo quién dijo que le faltaba un diente, y lo habían encontrado en el piso y estaba todo de sangre. Llamamos a mi mamá, vino corriendo, se la llevó y encontraron otro diente.

Carla: Eso prácticamente fue por negligencia, porque tiene todo un equipo y es difícil que se golpee. Y cuando a mí me llama una de las mamás que estaba ahí, me dice: “Carla, ¿ya sabes que a Andrea le ha caído la pelota?” Y yo justo estaba camino a la casa. Las había dejado y aún no regresaba. Era domingo. Me dicen lo de Andrea y automáticamente pienso: “Está con todo su traje… le habrá caído en el brazo o en partes libres donde no está el equipo”. Y cuando llego a la puerta del colegio me vuelven a llamar y me dicen que le han volado los dientes. Pisé quinta, tiré el carro y vi a mi hija sangrando, con la ropa manchada en un llanto que no callaba. Me enteré que eran dos dientes los que faltaban.

Xiomara: A mí me dejó en…

Carla: Ella es un poco más nerviosa, había entrado en ‘shock’ y no se movía. Mi amiga me dijo que se iba a quedar con Xiomara y me fui con Andrea yo sola. Pero no quería que la atiendan en cualquier lado, porque la dentadura es delicada y era domingo. Llamé a su dentista. El consultorio es por el Óvalo Gutiérrez.

Pregunta: ¿Tenías brackets en esa época?

Andrea: Ya me los habían quitado luego de 5 años y… chau.

Carla: Para suerte de ella, la dentista nos atendió en su consultorio. En el camino, me dice que lleve los dientes si es que los tengo porque hay la posibilidad de pegarlos. Yo tenía uno y al rato me llaman y me dicen que encuentran el otro. Y lo mejor para ella fue que el diente se le cayó de raíz.

Andrea: El impacto fue tan brutal, que se salieron enteros. Otros se partieron, eso ya no se recuperó.

Carla: Su papá me dio el encuentro en el consultorio. La dentista dijo que probemos con los dientes porque hay la posibilidad de pegarlos. Eran dos dientes de adelante.

Andrea: Estuvo a punto de romperse el labio. Se hinchó, pero no llegó a reventar. Lo que pasa es que cuando me caí aún no había pasado la lengua por la encía. El profesor llegó a calmarme y en eso, mi lengua choca. Ahí comencé a gritar. Había tenido brackets toda mi vida y me los habían sacado hace 6 meses. Fue en mi primer año de universidad, antes de exámenes.

Carla: Gritaba todo el camino. No era tanto por el dolor, sino cómo iba a quedar. Llegamos y vio a su papá… otra vez se puso a llorar. Yo era más serena, pero cuando ella lloraba a mí también me daba pena. Yo también he tenido problemas con los dientes porque me caí de pequeña.

Andrea: Es hereditario.

P: ¿Y los dientes encajaron?

Andrea: Sí y no. Había 50% de probabilidades de que mi organismo los vuelva a aceptar porque ya salieron de la boca. Y era un año lo que tenía que esperar para saber si resultaba. Y si no, era volver a empezar o decidir por poner implantes. Entonces, cuando me pusieron los dientes, uno estaba más adelante que el otro, pero no podía usar brackets porque si se movían un poco, se caían. Tuve que estar así un año hasta darnos cuenta de que mi organismo los había aceptado. Comí un mes todo licuado y en caña. Me dieron descanso completo una semana. No podía hacer nada. No podía lavarme con cepillo, sólo enjuagarme. Falté una semana y estábamos en época de exámenes, pero los profesores me los aplazaron y me dijeron que no me preocupara.
Pasó un año y la dentista nos dijo que había salido bien, porque la encía se pone negra y como que se pudre. A mí no se me pudrió. Hoy ya no se nota que me volaron los dientes. Pero nunca me ha pasado algo peor.

Carla: Y ella no quería esperar.

P: ¿Se te pasó por la mente dejar el hockey?

Andrea: Yo le dije a mi dentista que tenía que estar lista en un mes.

Carla: Tenía la final del Indoor en un mes.

Andrea: Era la primera vez que llegábamos a la final y estábamos invictas. Le dije a mi dentista que no importaba lo que me ponga, pero debía jugar. Ella me decía que estaba loca porque podía volver a sangrar. Pero necesitaban entender que habíamos llegado a la final.

Carla: Les expliqué a las dentistas que tenía que jugar. Necesitaba que le den la orden, porque el entrenador no le iba a dejar jugar. Tuve que rogarles para que se la den. Y usó algo parecido a un yeso en los dientes.

Mater no pudo con San Silvestre (3-1), que en ese momento consiguió el triplete. Pero Andrea no lamenta haber jugado la final mermada físicamente.

A pesar de que su trayectoria como jugadora iba en ascenso, Andrea decide dar un paso al costado. En su segundo año en la carrera de Negocios Internacionales en la Universidad del Pacífico, los exigentes horarios y compaginar estudios y hockey repercutieron negativamente en sus notas, así que tomó la decisión de dejar de entrenar en 2016 y regresar al año siguiente.

Solo ha vuelto al equipo de Mater Admirábilis y, aun así, no puede acudir a todos los entrenamientos, que son tres días por semana. Solo va los lunes. “No me da el tiempo. Hay veces que digo que voy a entrenar todos los días, pero es imposible. Escapa de mis manos, pero no planeo salir del hockey”.

Pese a no poder regresar a las convocatorias con el equipo nacional, se muestra agradecida por lo que vivió en sus tiempos de preseleccionada: ha viajado dos veces a Argentina y tres a Chiclayo, todo como parte de giras y microciclos.

El año pasado, Andrea, en su regreso al hockey, fue parte del equipo que volvió a llegar a una final del Indoor. Nuevamente, San Silvestre se impone y alcanza en pentacampeonato. Sin embargo, Mater Admirábilis logró hacerse con el primer puesto en el Nacional de Field en Chiclayo. Las hermanas Bellina Torres integraron el plantel que se coronó campeón y uno de los grupos que más amor propio siente al fin obtuvo su recompensa.

Ambas reconocen que no vestirían con la camiseta de otros equipos por el fuerte vínculo que les une con su colegio. “Soy de Mater a morir”, dice Andrea. “Si algún día dejo de jugar ahí, es porque dejo el hockey por completo. Nunca me iría a otro equipo”.

En diciembre de 2016, Xiomara pisó Mater Admirábilis por última vez como estudiante de ese colegio. Actualmente, lleva quinto año de secundaria en otra escuela, pero una amistad le hizo una propuesta para dejar el equipo de sus amores y reforzar a un rival directo por el título.

“Como ella salió de Mater, el profesor me dijo que no iban a dejarla jugar. Cada vez que jugaba, lo hacía muy bien y el entrenador no quería que la saque del colegio. Una amiga de Xiomara le dijo para pasarse a su equipo”, recuerda Carla.

Una convocatoria de la Sub-15 reunió a varias de las mejores jugadoras de equipos como Lima Cricket, San Silvestre o Mater Admirábilis. Ahí, Xiomara conoce a muchas hockistas y establece nuevas amistades. A pesar del ofrecimiento, fue tajante en su decisión: “Dije que no, que me quedaba en Mater”.

A partir de agosto, Andrea planea comenzar a trabajar, pero no piensa dejar de lado el hockey. “De alguna u otra manera ya veré qué hago”, dice. Además, se ve jugando para Mater “hasta que me falte una pierna”. Por su parte, Xiomara se muestra un poco más prudente al respecto, pero comparte la intención de su hermana por dejar el hockey cuando la edad le impida rendir óptimamente.

Andrea y Xiomara tienen muy en claro a quiénes mostrarles su agradecimiento por todo el apoyo brindado hasta el día de hoy. Ambas se centran, sobre todo, en la figura de su madre.

“Es la mejor. Es incondicional. Siempre nos apoya a pesar de ser un sacrifico y estar siempre cansada. Levantarte a las 4 y luego recogernos a las 11 de la noche en Chorrillos… es muy comprometida. Ella quiere que desarrollemos la disciplina, que es lo que te da el deporte. Siempre le agradezco todo lo que hace por nosotras y llegar a donde estamos Xiomara y yo ahora no hubiera sido posible si no nos hubiera apoyado desde siempre. También a nuestro papá, nuestros abuelos y tíos, que siempre están pendientes y van a vernos. Se nota que les importa, siempre nos dan ánimos. Es bien bonito que tu familia te apoye en algo que tanto te guste”.
– Andrea Bellina.

“Nos apoya en todo. Nos motiva a seguir jugando, a no dejar el hockey. Nos mantiene motivadas y hace que siempre nos esforcemos”.
– Xiomara Bellina.

Alessandro, el menor de los Bellina Torres, acaba de cumplir un año hace no más de un mes. Ante la pregunta, su mamá no ve con malos ojos a su hijo golpeando una pelota con un ‘stick’ en un futuro: “A mí me gustaría”, afirma. Quizás, en un futuro, veamos a un Bellina Torres más jugando en el Nacional Indoor.

Periodista: Luis Núñez

Fotos: Talía Vargas, Erikson Montenegro, Álbum Familiar